lunes, 8 de diciembre de 2008

El rinoceronte en la noche...


Son las 2:03 de la mañana y comienzo mi peregrinaje hacia mi casa.
La casa de Diego queda a una distancia de unos 10 km de la mía, tengo la bici con la cadena partida, así que tenía dos opciones, o quedarme en la casa de Diego, o salir en impromptu a pie.
Pongo el octeto de Mendelssohn, cargo mi viola y mi bolso y me largo en la travesía...
La noche estaba perfecta, a pesar de ser de madrugada el calor ganaba con fuerza (sí, con fuerza pelado), la luna a medio llenar se recortaba entre un cielo nublado y estrellado por fragmentos.
Caminar escuchando el octeto es una de las cosas que más me gusta hacer, a pesar de haber estado todo el día al palo y al llegar la noche esté muerto, lo cierto es que cruzar una ciudad semi vacía , a pie y con Mendelssohn es más que gratificante.
Paso los primeros repechos de la casa de Diego...
Y de repente me encontré con el amor...
Es un poco raro de por sí explicarlo, porque la situación era una de las tantas comunes, situaciones que particularmente verlas no me demuestran mucho, así que digamos que yo me encontré con el amor por manera indirecta, como una cadena de cosas que se suceden...
Bajo el foco de luz en una esquina, dos adolescentes de unos 12 o 13 años estaban besándose desaforadamente , a sus lados dos niños de unos 9 o 10 años estaban saltando y mirando la escena a una distancia de menos de un metro. Ver eso me dejó pensando, ver a esos dos niños tan cerca indagando acerca de eso que hacían (y aclaro , no es que nunca lo hayan visto, pero el hecho de estar tan cerca y apreciarlo tan minuciosamente lo mostraba distinto) me llamó la atención.
Y ahí pensé: Eso es el amor.
Ahora, no me importa si vale la pena adentrarse en la situación, el hecho es que vi eso y fue lo primero que se me vino a la mente. La noche, el foco de luz, los enamorados y los dos niños que veían el rito, que profanaban de alguna manera el rito del amor.
Prosigo la caminata.
Llego a una zona de escuelas...
Saco un par de fotos...
Pongo el disco Atom Heart Mother de Pink Floyd...
Le saco una foto a un tronco que siempre me hace acordar a un rinoceronte...
Camino...
Camino...
Y después de una hora, llego a casa...
Ahora, faltaba algo para terminar este viaje...
Ah, sí!! como olvidarlo!..
Abro la heladera, me tomo medio litro de lactolate...
Y asunto resuelto.







2 comentarios:

Fabián Muniz dijo...

¿Ese tronco se parece a un rinoceronte? jaja, entonces yo me parezco a Brad Pitt. Me alegro de que hayas encontrado al amor en unos pendejos besuqueándose.
Y sí, Lactolate infaltable...

Abrazo enorme!!!
A.A

franco gonzález bertolino dijo...

Estimado fabián...
Cuando vaya por casa, recuerde observar bien la avenida San Martín, ahí lo va a ver paradito quietito en un rincón al rinoceronte...
Se lo juro por la pachamama..
Abrazo.
F.