Recuerdo cuando empecé a estudiar viola que un día una compañera del liceo me hizo un préstamo: un cassette con el concierto de Mendelssohn op. 64, y el octeto de cuerdas op.20 del mismo autor. Creo que nunca más voy a olvidar aquellas noches en que llegaba a casa y me tiraba en la cama a escuchar ese casette, mientras mi madre planchaba o miraba la tele mientras tejía. Recuerdo también que se me dio por mirar la información del cassette y ver: Pinchas Zukerman y St Paul Chamber Orchestra. Yo en ese entonces mis conociemientos en cuanto a músicos eran nulos, es más , esa era la primer obra que escuchaba íntegra, y a su vez , el primer concierto de violín. Por lo tanto Zukerman era un nombre desconocido para mi, pero igual su interpretación me fulminó, tanto que hoy en día cuando escucho el concierto por los grandes como Heifetz, Menuhin, Vengerov, Perlman, etc, no logran lo mismo que lograba ese cassette gris.
Llegaba a casa, iba hasta el almacén a comprar pilas, y luego me encerraba en el cuarto con la luz apagada, quedando tirado en la cama estupefacto ante el sonido del violín. Luego cuando terminaba el concierto, daba vuelta el cassette y venía la otra gran obra que me conmovía: El octeto de cuerdas op 20. Sólo pensarlo y me fascina imaginar con la inocencia con que escuchaba esas obras, es una sensación que nunca más se va a dar, para lograrlo de vuelta, tendría que borrar toda la información musical de mi cabeza y enfrentarme de trompa contra una de esas grandes obras...
En cuanto a Zukerman , nada que decir, como violista que soy, soy un gran admirador suyo (aclaro que aparte de violinista Zukerman es un excelente violista)....
La sensación de aquella escucha se me vino de golpe hace un par de días, entonces se apoderó en mi el deseo tenerla, y empecé a buscar eufóricamente por Internet a ver si la encontraba....
...
...
Ahora suena Zukerman de fondo, y nuevamente estoy en mi cuarto con los ojos cerrados, mientras allá a lo muy lejos, pero muy lejos, se sienten los pasos de mi madre que está planchando....
Llegaba a casa, iba hasta el almacén a comprar pilas, y luego me encerraba en el cuarto con la luz apagada, quedando tirado en la cama estupefacto ante el sonido del violín. Luego cuando terminaba el concierto, daba vuelta el cassette y venía la otra gran obra que me conmovía: El octeto de cuerdas op 20. Sólo pensarlo y me fascina imaginar con la inocencia con que escuchaba esas obras, es una sensación que nunca más se va a dar, para lograrlo de vuelta, tendría que borrar toda la información musical de mi cabeza y enfrentarme de trompa contra una de esas grandes obras...
En cuanto a Zukerman , nada que decir, como violista que soy, soy un gran admirador suyo (aclaro que aparte de violinista Zukerman es un excelente violista)....
La sensación de aquella escucha se me vino de golpe hace un par de días, entonces se apoderó en mi el deseo tenerla, y empecé a buscar eufóricamente por Internet a ver si la encontraba....
...
...
Ahora suena Zukerman de fondo, y nuevamente estoy en mi cuarto con los ojos cerrados, mientras allá a lo muy lejos, pero muy lejos, se sienten los pasos de mi madre que está planchando....
No hay comentarios:
Publicar un comentario